LEYENDA DE AMARU




AMARU
EL INICIO DE MI PUEBLO
Holaaaa! Mi nombre es Amaru



Nono es un pueblito lleno de habitantes carismáticos, trabajadores, emprendedores, que generalmente utilizan ponchitos cafés para aguantar el frío de la noche y claro un poco pesaditos de edad. Esta parroquia longeva cuenta con una vegetación exuberante de eucaliptos, chilca, pinos y un sin número de plantas nativas de la transición de la Sierra a la Costa ecuatoriana. Pero no siempre fue así. Los abuelitos cuentan que antes de que sea una parroquia era un desierto completo con pocos árboles y algunos animalitos que apenas lograban vivir ahí. 

Hace muchos años atrás aquí vivía Amaru un pequeño duendecillo. Tiene cerca de 200 años, pero se le ve como de veinte. Las personas que pasaban por aquí le llamaban el pequeño superhéroe no porque tenía habilidades especiales como super fuerza o visión de rayos equis como en películas de Hollywood, no, no. 

Le decían superhéroe porque cuidaba los pocos árboles que había en la zona ya que era su lugar de vivienda y refugio contra el sol. Todas las mañanas antes de que den los primeros rayos de luz, él pequeño Amaru recaba agua en los árboles y pequeñas plantitas. Alimentaba a los pocos animales y se iba a refugiar en su escondite donde pasaba todo el día sin que nadie lo reconociera. 

Pocas personas pasaban por el sector. Los comerciantes de productos en especial. Ellos hacían pequeños descansos dentro de Nono, donde hay una cueva hermosa que tiene pintada una virgen en una enorme piedra. Era el lugar perfecto para tomar agua y comer algo para recargar energía. Amaru observaba a estos señores y sabía que eran personas buenas y que amaban la naturaleza. 

El tiempo para Amaru transcurría lentamente. Hasta que un día llegó la industria Recom. Si la maderera de Vicente Ritcher, el inglés que quería destrozar la pequeña ruta de árboles que con tanto esmero cuidaba Amaru. Dejando así sin refugio a los animalitos y al pequeño duende. 

Vicente es un ser vil, con sus botas viejas de vaquero y una camisa blanca de marca. Quería adueñarse del terreno del duendecillo y de todo su alrededor para talar los árboles y venderlos a las grandes empresas del país. Amaru el único habitante hasta ese día del lugar se opuso a esto. Él recolectó mucho shanshi en una canasta y lo machacó para poder consolidar un plan que tenía en mente. Al termina su labor, se dirigió al lugar donde se encontraba Vicente y sus trabajadores, y con mucha cautela, mezcló el shanshi con las bebidas que habían llevado los malvados individuos, dejó las bebidas donde las había encontrado y se alejó.

Al cabo de un rato, el calor del sol se había intensificado. Entonces, Vicente se tomó la bebida desesperadamente por que se moría de sed, al terminar, la dejó en la mesita improvisada para que sus trabajadores también bebieran y en efecto, lo hicieron. Pasados 15 minutos del consumo del shanshi, Amaru fue viendo cómo se consolidaba su plan, cada uno de los individuos que habían tomado la bebida se habían quedado inconscientes y otros alucinando por el efecto que este producía. Rápidamente, Amaru se trepó en la maquinaria que había quedado descuida por los malos hombres y comenzó su trabajo de desmantelar las mismas, fue un trabajo pesado y muy peligroso para el pequeño duende, que no se rindió hasta dejar a salvo el preciado bosque que amaba y que nunca iba a dejar.

Afortunadamente los efectos del shanshi duraron lo suficiente como para que Amaru desaparezca toda la maquinaria sin dejar rastro alguno. Adolorido y muy maltratado por el trabajo que le tocó realizar, Amaru se retiró contento a su cuevita donde se fue curando de sus heridas con el pasar de los años. Vicente Ritcher cuando se recuperó de su estado inconsciente, se dio cuenta que su maquinaria con la que planeada talar todo el bosque ya no se encontraba y que sus trabajadores también estaban profundamente dormidos, por lo que en un ataque de furia comenzó a gritar desesperadamente a todo el mundo, corrió por todo el sitio buscando la maquinaria sin éxito, al final cayó por un acantilado que estaba explorando en su búsqueda y murió al instante. Su muerte dejó libre al bosque de la tala indiscriminada y a Amaru muy dichoso de seguir cuidando su bosque, el hogar que veneraba con toda su vida. 

Veinte años después, Amaru ya decaído por los años nunca dejó de sembrar árboles y cuidar a los animalitos y ese pequeño bosque que se hizo una ruta gigante. La llamó Paseo del Quinde que era su ave favorita por su tamaño, colores variados y porque era la única ave que podía volar hacia atrás. Los comerciantes al ver el crecimiento del hermoso bosque cuidado por Amaru decidieron hacer pequeñas casas de madera y barro a sus alrededores. Ellos también cuidaban a los animales y protegían la naturaleza. Comenzaron a cultivar maíz y papas para poder vivir y a realizar grandes caminatas por las rutas que Amaru construyó durante varios años. 

Cuando Amaru cumplió 300 años murió. Los pobladores que para ese entonces ya eran más de cien en Nono lo encontraron al filo de un árbol en la Ruta del Quinde. Sin ningún miedo al ver al duendecillo lo devolvieron en una manta y se lo llevaron a las faldas del volcán Pichincha. Un gran ritual hicieron en su nombre porque sabían que él era quien hizo de esa parte desértica un lindo bosque. Sus pequeños restos fueron quemados y dispersos en tres partes alrededor del pueblo. Con el paso del tiempo en el lugar donde se puso la ceniza de Amaru comenzaron a crecer una gran cantidad de eucaliptos, pinos, cipreses y otras plantas de la zona. La belleza de esos lugares era inmensa que varias aves comenzaron a migrar a estos bosques. Cerca de 1880 Nono ya tenía una gran cantidad de flora y fauna en estos bosques que iban creciendo más y más cada día. 

La Ruta del Quinde ahora posee una inmensa variedad de aves 450 en total. Entre ellas la más hermosa de todas el Quinde o colibrí, la preferida de Amaru. Cerca de 50 animales mamíferos se refugian dentro de sus estúpidos bosques y varias ranitas croan recordando el amanecer cuando Amaru les daba de comer. Ahora está ruta es una de las reservas más grandes de Nono y abarca diferentes climas durante toda su ruta. Los otros dos lugares donde se regó la ceniza de Amaru ahora son dos reservas ecológicas Yanacocha y Verdecocha.
La primera tiene una extensión de 950 hectáreas de bosque primario. Destacando el árbol de papel o Polluelos. Este árbol se formó de todas las heridas por las cuales pasó Amaru mientras defendía a su flora y fauna de las manos de la maderera de Vicente. El colibrí pecho negro es la ave emblemática de este bosque y de Quito. Dice la leyenda que su color en el pecho es el luto que guarda al duendecillo. Verdecocha la segunda reserva ecológica. Acoge a muchas especies de flores como las orquídeas, bromelias y anturios. Amaru cultivaba estas flores con las cuales adoraba su pequeña cueva en donde dormía. Y las lágrimas que el duende derramó al ver a su bosque estar poco protegido ante la crueldad de Vicente se convirtieron en el río y cascada Verdecocha. Su agua es cristalina y pura como lo fue en vida Amaru el duendecillo que amaba la naturaleza. 

Los pobladores de la parroquia de Nono celebran una fiesta en honor al protector y creador de sus bosques. La fiesta de la Virgen de Alambi. Antiguamente era llamada la fiesta de Amaru el protector de los bosques. Con la llegada de los españoles se le cambió el nombre. Pero aún queda en la memoria de los más viejos del pueblo aquel cuento que les contaban sus padres de su pequeño creador y protector de la gran diversidad de Nono.

FIN



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